martes, 22 de abril de 2014

Eclipse.

Otra vez insomnio. Así qué sube por el ascensor y sale a la terraza. Hace mucho frío. Se sienta a mirar el eclipse lunar.
La terraza es oscura y está rodeada de la estructura gris del edificio, alrededor miles de luces, algunas se encienden y vuelven a apagarse.
Enfrente está el hospital, un edificio no muy alto, ventanas como bocas negras.
El resto de los edificios contiguos parecen estar dormidos.
Se escucha una marea de motores lejanos, los autos que pasan por las avenidas circundantes. Un perro a lo lejos.
Ella fuma un cigarrillo y observa el humo, escucha una hoja que se arrastra sobre el suelo de la terraza produciendo un crujido.
La luna se va poniendo roja de a poco. Mira a un costado y ve un punto naranja que se ve desde una ventana en el edificio de enfrente. Sólo una brasa, el resto negro. Alguien mira el eclipse y fuma otro cigarrillo.
La luna está casi toda teñida, queda sólo un filamento blanco. Ella se queda mirándola y de repente un color rojo intenso inunda todo.

Se desvanece y cuando abre los ojos esta amaneciendo. 
Se incorpora, baja a su departamento y abre la puerta. Se queda petrificada al encontrarse con otra mujer, de espaldas, su piel es blanca y brillante, el pelo rojo, mira por la ventana y fuma un cigarrillo. Gira lentamente la cabeza hacia ella que continua quieta en la puerta. Las dos mujeres se quedan inmóviles mirándose la una a la otra, que son la misma.