Es increíble como las sensaciones, sin
forma, quedan guardadas, haciendo un tumulto adentro del cuerpo, susurrando
todas juntas.
Sabes que están ahí, como volcán
dormido.
Hasta que de a poco van ordenándose,
al pasar los días, como si una parte de uno mismo hubiera estando trabajando
sobre ellas en silencio. Salen cuando están preparadas, cuando ya pueden
adquirir una materialidad en forma de palabras, una concreción. Como los
sueños, que toman forma, cara, color, después de un rato.
Algunos dragones se acurrucan adentro
del pecho hasta escupir fuego por la boca y abrirse paso en un torrente de
palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario